Ahora debido a la alta incidencia de la enfermedad en jóvenes y niños, los padres preguntan que hacer en caso de haber sufrido la enfermedad. En esta entrada hacemos un resumen de las recomendaciones propuestas por la American Academy of Pediatrics para facilitar su lectura. Si se desea consultar la fuente original, al final del texto se incluye la cita.
Los pediatras son esenciales en el moni
toreo de la enfermedad y en su resolución, así como, en la vigilancia de complicaciones.
Todos los niños sintomáticos o no, requieren una visita de seguimiento en cuanto sea posible acudir al consultorio. Los niños con cuadros moderados (fiebre > 4 días, > 38 C, 1 semana de mialgias, escalofríos o letargia y hospitalizados sin terapia intensiva) al igual que los cuadros severos considerados aquellos que tuvieron intubación o terapia intensiva, requieren una visita presencial en cuanto sea posible.
Los cuadros leves pueden ser atendidos por video-consulta. En todos los casos es necesaria la intervención del pediatra en busca de complicaciones especialmente de tipo respiratorio y cardiovascular.
¿Cuáles son los puntos que debe discutir con el pediatra en las visitas de seguimiento?
Vacunación: inmediatamente después de haber terminado el periodo de aislamiento a menos de que hayan recibido terapia con anticuerpos monoclonales (90 días)
Regreso a las actividades normales: aunque el cansancio y la fatiga son habituales, los niños deben animarse a retornar a su rutina diaria con periodos de descanso. El pediatra debe estar atento a detectar signos de alarma cardiovascular o neurológica.
Regreso a la escuela: es critico animar a regresar a la escuela y a la socialización en cuanto sea posible de acuerdo con las recomendaciones de los comités locales de salud.
Síndrome inflamatorio multisistémico: los pocos casos reportados ocurren entre 2-4 semanas después de la infección aguda. La fiebre persistente acompañada de la aparición de otros síntomas y el antecedente de una nueva exposición al virus debe hacer sospechar la posibilidad de la enfermedad.
¿Los niños necesitan una nueva prueba con la sospecha de una nueva infección?
Es excepcional la posibilidad de una nueva infección antes de 90 días de la primera. Pero al suponer de la existencia de nuevas variantes hace necesaria su detección. No se recomienda el uso de pruebas de anticuerpos para la confirmación de la enfermedad.
¿Después de la enfermedad puede haber signos o síntomas residuales en niños o adolescentes?
Respiratorios: ya que los pulmones son afectados con mayor frecuencia, puede haber síntomas como dolor de pecho, tos o falta de aire con el ejercicio. Los síntomas no duran mas de 3 meses. El pediatra puede necesitar radiografías de tórax o pruebas de función pulmonar y la vigilancia de otras complicaciones.
Cardiacos: La infección viral puede afectar al corazón y causar síntomas como dolor de pecho, acortamiento de la respiración, cansancio, fatiga o insuficiencia cardiaca. Aunque la afectación no parece frecuente aun se desconoce su verdadera incidencia, por lo que el pediatra debe investigar daños a este nivel, no solo por la misma enfermedad sino también por la posibilidad de un raro efecto de las vacunas mRNA.
Falta de olfato y gusto (anosmia y ageusia): afortunadamente de poca duración en los niños lo que origina rechazo a algunos alimentos. En adultos se ha reportado la persistencia por varios meses.
Neurodesarrollo: el pediatra debe estar atento a la evolución y retrasos de esferas cognitivas, lenguaje, académicas, motoras, conductuales y del estado de ánimo.
Fatiga cognitiva: Es frecuente encontrar en los adultos fatiga mental, inatención, dificultades en la atención y la memoria. En los niños pueden presentarse también.
Dolor de cabeza: es un signo común en la etapa aguda y después de la resolución de la enfermedad y no debe acompañarse de otros síntomas neurológicos de alarma.
¿Los niños pueden tener COVID19 prolongado?
Si, pero no es habitual. Son síntomas persistentes por mas de 4 semanas después del cuadro inicial. No hay pruebas específicas para la detección o predicción de los pacientes en riesgo de presentarlos. El pediatra debe estar atento a esta posibilidad.
En resumen, el pediatra debe estar capacitado y atento a la necesidad de detectar y tratar las complicaciones de la enfermedad que evoluciona y cambia todos los días.
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